Los elegidos es una película estadounidense de arte y ensayo dirigida por Scott Stewart.
Cuando leí la sinopsis de esta película y vi su título en inglés, Dark Skies, recordé que hace años Spielberg quiso hacer una película titulada «Night skies», cuento de qué va en el enlace de E.T., esa película no se realizó pero de su argumento salieron E.T. y Poltergeist, pensé: «Anda que listos, han cambiado un poco el título y han copiado la idea», así que me esperaba una película curiosilla.
El caso es que es un truñaco del copón.
Los Barret son una familia típica useña. La componen Lacy (Keri Russel), Daniel (Josh Hamilton), Jesse (Dakota Goyo) y Sam (Kadan Rockett). El padre de familia está en el paro, la madre vende casas y el hijo mayor está en la edad del pavo. Una noche ella se levanta para ir a la cocina y se encuentra con que alguien ha estado enredando y ha hecho unos bonitos dibujos extraterrestres en el techo y se ha comido la lechuga. Llaman a la policia y el agente les dice que igual uno de sus hijos es sonámbulo. La noche siguiente Lacy vuelve a levantarse y vuelve a ver que alguien le ha hecho una remodelación de la cocina.
El mismo policía vuelve al día siguiente y les dice que pongan la alarma. Pero, como habréis supuesto, la alarma no les va muy bien.
Los miembros de la familia comienzan a sufrir desvanecimientos y a hacer cosas raras. El padre instala cámaras por toda la casa y descubre en un fotograma las siluetas de unos seres grises, pero ni viendo cree. El pequeño va a la piscina con los vecinos y descubren que tiene el cuerpo lleno de moratones.
Y así sigue la película, lentamente, muy lentamente. Hasta que casi al final los padres se deciden a hablar con un vejete (J.K. Simmons) que les dice que esos seres grises se van a llevar a uno de sus hijos.
Y llega el final, realmente estúpido. Los extraterrestres atacan a la familia mientras están cenando la noche del 4 de julio. Es estúpido porque el padre, en vez de permanecer juntos para que no se lleven a nadie, manda a los críos al cuarto. Pega tiros y ningún vecino lo escucha, la casa está envuelta en luz de los traterrestres y ningún vecino lo ve.
Vaya tedio de película, vaya truñazo. Un ni quiero ni puedo. Es lentísima y llena de tópicos.
Los actores, extrañamente, no lo hacen mal.
El doblaje no es nada bueno, creo que es la primera vez que digo algo así, muchas voces no pegan ni lo hacen bien. Cada vez que habla el hijo pequeño, Sam, da grimilla.
La banda sonora compuesta por Jospeh Bishara es un tanto extraña.
Mala película de un tema interesante. Si queréis ver una buena película sobre abducidos ved Communion (1989), protagonizada por Christopher Walken, es lenta también, pero le da mil vueltas a esta.
El caso es que es un truñaco del copón.
Los Barret son una familia típica useña. La componen Lacy (Keri Russel), Daniel (Josh Hamilton), Jesse (Dakota Goyo) y Sam (Kadan Rockett). El padre de familia está en el paro, la madre vende casas y el hijo mayor está en la edad del pavo. Una noche ella se levanta para ir a la cocina y se encuentra con que alguien ha estado enredando y ha hecho unos bonitos dibujos extraterrestres en el techo y se ha comido la lechuga. Llaman a la policia y el agente les dice que igual uno de sus hijos es sonámbulo. La noche siguiente Lacy vuelve a levantarse y vuelve a ver que alguien le ha hecho una remodelación de la cocina.
El mismo policía vuelve al día siguiente y les dice que pongan la alarma. Pero, como habréis supuesto, la alarma no les va muy bien.
Los miembros de la familia comienzan a sufrir desvanecimientos y a hacer cosas raras. El padre instala cámaras por toda la casa y descubre en un fotograma las siluetas de unos seres grises, pero ni viendo cree. El pequeño va a la piscina con los vecinos y descubren que tiene el cuerpo lleno de moratones.
Y así sigue la película, lentamente, muy lentamente. Hasta que casi al final los padres se deciden a hablar con un vejete (J.K. Simmons) que les dice que esos seres grises se van a llevar a uno de sus hijos.
Y llega el final, realmente estúpido. Los extraterrestres atacan a la familia mientras están cenando la noche del 4 de julio. Es estúpido porque el padre, en vez de permanecer juntos para que no se lleven a nadie, manda a los críos al cuarto. Pega tiros y ningún vecino lo escucha, la casa está envuelta en luz de los traterrestres y ningún vecino lo ve.
Vaya tedio de película, vaya truñazo. Un ni quiero ni puedo. Es lentísima y llena de tópicos.
Los actores, extrañamente, no lo hacen mal.
El doblaje no es nada bueno, creo que es la primera vez que digo algo así, muchas voces no pegan ni lo hacen bien. Cada vez que habla el hijo pequeño, Sam, da grimilla.
La banda sonora compuesta por Jospeh Bishara es un tanto extraña.
NOTA 1,278215 DE 10
Mala película de un tema interesante. Si queréis ver una buena película sobre abducidos ved Communion (1989), protagonizada por Christopher Walken, es lenta también, pero le da mil vueltas a esta.