Alcanzaron la nave con dificultad. El carrerón que habían dado desde la iglesia de San Pablo hasta la playa les había dejado sin aliento. Estaban colorados, parecía que el corazón iba a salírseles del pecho, sus blancas, lustrosas y perfectas melenas se encontraban ahora despeinadas y a una de ellos le había salido un tic en la pierna izquierda.