Leyendo este libro de Fernando Vizcáino Casas y Ángel A. Jordán sobre el director de cine español José Luis Saénz de Heredia me he encontrado con varias anécdotas curiosas, de entre ellas esta que aquí os extraigo me ha parecido muy simpática.
«El éxito rotundo de Raza, estrenada solemnemente en 1942, hizo pensar a algún cinematografista cuyo nombre no hace al caso que revisionar el film, pasado cierto tiempo, podría tener una buena aceptación en otros mercados. Se pensó, especialmente, en la Argentina, con la que se mantenían óptimas relaciones de todo tipo. Para «remozar» ─o quizá «rebozar»─ el título primitivo se pensó retitularla ahora, Espíritu de una raza, proscribiendo en la propaganda cualquier alusión al antecedente.
No obstante, había ciertos matices de más difícil solución: verbigracia, los saludos a la usanza fascista que se reiteraban en la peripecia, lógicamente. Se decidió suprimirlos. Pero existía una escena en que el corte de tijera resultaba más difícil, porque uno de los personajes entraba en cuadro, tendía el brazo y anunciaba la llegada de otro actor, que era inmediata. Gesto y anuncio eran simultáneos. Se estudiaron soluciones. Alguien propuso que el saludo no fuese saludo y se doblase la frase diciendo, por ejemplo, el recién llegado: «Mi capitán, ahí afuera hay un hombre así de alto (saludo) que quiere verle.»
Y se dobló. Pero produjo en todos tanta risa que hubo de quedarse con el brazo tendido y la frase original.»
«El éxito rotundo de Raza, estrenada solemnemente en 1942, hizo pensar a algún cinematografista cuyo nombre no hace al caso que revisionar el film, pasado cierto tiempo, podría tener una buena aceptación en otros mercados. Se pensó, especialmente, en la Argentina, con la que se mantenían óptimas relaciones de todo tipo. Para «remozar» ─o quizá «rebozar»─ el título primitivo se pensó retitularla ahora, Espíritu de una raza, proscribiendo en la propaganda cualquier alusión al antecedente.
No obstante, había ciertos matices de más difícil solución: verbigracia, los saludos a la usanza fascista que se reiteraban en la peripecia, lógicamente. Se decidió suprimirlos. Pero existía una escena en que el corte de tijera resultaba más difícil, porque uno de los personajes entraba en cuadro, tendía el brazo y anunciaba la llegada de otro actor, que era inmediata. Gesto y anuncio eran simultáneos. Se estudiaron soluciones. Alguien propuso que el saludo no fuese saludo y se doblase la frase diciendo, por ejemplo, el recién llegado: «Mi capitán, ahí afuera hay un hombre así de alto (saludo) que quiere verle.»
Y se dobló. Pero produjo en todos tanta risa que hubo de quedarse con el brazo tendido y la frase original.»