Esto que os voy a contar es cierto, y no es el típico cierto que se
dice en los relatos para dar la impresión de que lo es no siéndolo. Si se hiciese una
película saldría un rótulo poniendo «Basado en un hecho real».
Hace unos años quise regalar algo por su cumpleaños a mi hermana, la
llamaremos Mar porque así es como la llaman todos (menos en casa que la
llamamos de otra manera). Me dirigí a un centro comercial con una sonrisa de
oreja a oreja y fui entrando tienda por tienda para ver si encontraba algo
realmente especial, o sea comprar lo cuarto o quinto que viese (lo primero no,
que al menos hubiese algo de interés en la búsqueda) y rezar para que la
gustase.
Entré en una tienda de ropa y me puse a fisgar, de allí tendría que
llevarme el regalo a como diese lugar.
La dependienta, una chica guapina, vino sonriente y me preguntó que qué quería. Yo,
sonriente también, la contesté que andaba buscando algo para regalar a mi
hermana para su cumpleaños. Ella, muy amable, comenzó a enseñarme cosas. Yo no
sabía decidirme y tampoco sabía la talla de mi hermana, así que traté de
ponerme en contacto vía móvil con alguien de la familia para ver si podían
ayudarme, pero nadie cogía el teléfono. Así que dije a la dependienta que ya
volvería después porque no sabía la talla de mi hermana.
La conversación, textual, fue la siguiente:
Ella (haciendo un movimiento de arriba abajo con la mano
perpendicularmente a ella) – A ver, ¿es cómo yo?
Yo (sin pensar) – No, no. Qué va.
Es muchísimo más guapa.
Se produjo un incómodo silencio. La cara de la dependienta no era un poema, era una declaración de guerra, pero mantuvo la compostura. Yo, que según acabé de hablar me di cuenta que había metido la gamba, miraba a todos lados de reojo. Me fijé en un vestido que había junto a ella y lo cogí.
«Este, este está bien» dije dirigiéndome a la caja.
Al final el vestido no le hizo mucha gracia a mi hermana, fue a cambiarlo y la dieron un vale por el precio del importe para comprar otra
cosa cuando quisiera y un par de semanas después la atracaron y, entre otras
cosas, se llevaron el vale.