Pero ni aún queriendo podía recordarle.
Iba y venía tantas
veces por las calles del pueblo a lo largo del día que no conseguía saber quién
era. Y estaba seguro que le había visto antes. Ni una ni dos veces, más, más de
diez incluso. Pero, ¿quién era, de qué le conocía? Le había devuelto el saludo,
y sonriendo como él hacía, así que por eso no podía ser mala persona. Sí, las
hay que sonríen y son malas, pero se les nota. La sonrisa dice mucho.
¿Quién diantres sería?
¿Quién diantres sería?
Se acercó a él y le preguntó: ¿Quién eres?, y el otro hombre
se le quedó mirando sonriente, te he visto antes y me suenas mucho, pero la
verdad es que no sé quién eres.
Y ahí seguía, frente a él sonriendo.
»Pobre, pensó Esiquio, debe ser tonto. Se me queda mirando
con esa sonrisa en la cara. O igual es que no sabe hablar… O no oye.
─¡Qué cómo te llamas! ─preguntó elevando la voz. El otro no
modificó su sonrisa─ Nada, ¡es tonto! ─dijo dándose la vuelta hacia el
enfermero que le miraba con una sonrisa cariñosa.
─Venga Esiquio, deje el espejo y vaya a la cama.
El buen hombre le hizo caso, el chaval preguntó si quería un zumo o algo antes de dormir y este contestó que no moviendo a la vez la mano. Se tumbó boca arriba sonriente, pensando en ese señor que no sabía su nombre.
El buen hombre le hizo caso, el chaval preguntó si quería un zumo o algo antes de dormir y este contestó que no moviendo a la vez la mano. Se tumbó boca arriba sonriente, pensando en ese señor que no sabía su nombre.
Si os ha gustado aquí tenéis más.